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DRA. CÉLICA YSRRAELIT

MATERNIDAD Y ESCLEROSIS MÚLTIPLE

La maternidad es un camino lleno de emociones y desafíos, que constantemente nos interpela como mujeres en la búsqueda de equilibrio entre el desarrollo profesional y personal. La percepción de que la maternidad puede ser un impedimento en el crecimiento profesional está arraigada en varios factores históricos, culturales y estructurales que influyen en nuestra sociedad entre los cuales podemos mencionar los roles de género tradicionales, la falta de apoyo familiar y comunitario en la crianza de los hijos, la existencia de entornos laborales inflexibles, la falsa creencia de que la maternidad puede hacer que las mujeres seamos consideradas como menos comprometidas en nuestras responsabilidades laborales, y el miedo a los estereotipos que sienten algunas mujeres. 

Estos factores, entre otros, han llevado a muchas mujeres a posponer la maternidad, buscando alcanzar metas laborales y personales antes de embarcarse en la aventura de ser madres. De esta forma, en los últimos años, la edad media de maternidad ha mantenido una tendencia en alza en el mundo y por ejemplo en España la edad media de las mujeres que tenían a su primer hijo en 1981 se situaba alrededor de los 28,2 años y en 2021 alcanzó los 32,6 años. En ese mismo periodo la proporción de nacimientos de madres de 40 o más años se multiplicó por seis, al pasar del 1,8% al 10,7% del total de nacimientos. En Argentina, las estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires del 2019 mostraban que la edad promedio de las mujeres que tuvieron hijos era de 33,2 años para las no primerizas y 30,6 años para las primerizas. En 2021 la de las primerizas pasó a 31,3 y la de las no primerizas subió a 33,5 años (35 en barrios de alto poder adquisitivo). Un dato que pone de relieve este traslado de la fecundidad después de los 30 es que un 68,1% de las mujeres de 25 a 29 años aún no han tenido hijos. 

Es importante destacar que con los años disminuye la reserva ovárica, es decir el número de óvulos disponibles para ser fecundados. Ese número va disminuyendo con el tiempo; no sólo en cantidad sino también en calidad y efectividad, por lo cual las chances de embarazo son menores y aumentan los riesgos de abortos. Por este motivo son más frecuentes los trastornos de fertilidad a mayor edad materna. 

En los pacientes con Esclerosis Múltiple (EM), la coexistencia con una enfermedad crónica agrega un nivel adicional de complejidad a la decisión de maternar. La EM es una enfermedad autoinmune que afecta el sistema nervioso central y puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de quienes la padecen. Esta condición es más frecuente en mujeres que en hombres y generalmente se manifiesta entre los 20 y los 40 años, lo cual coincide con la etapa reproductiva en la vida de una mujer. Por ello la planificación familiar suele ser un aspecto central en las consultas médicas. 

La incertidumbre sobre la progresión de la enfermedad y el miedo a no poder cuidar adecuadamente de un hijo pueden llevar a algunas pacientes a posponer la maternidad. Algunas mujeres, además, tienen temor de transmitir la enfermedad a sus hijos. La necesidad de recibir tratamientos médicos, los ajustes en el estilo de vida y las limitaciones físicas pueden convertirse en barreras adicionales. No se considera que la enfermedad por sí misma produzca una disminución en la capacidad reproductiva. Sin embargo, uno de los principales factores asociados a trastornos de fertilidad en la EM es la edad más avanzada en la cual se suele iniciar la búsqueda de embarazo. 

Es fundamental que los profesionales de la salud y la sociedad comprendan las dificultades y desafíos que enfrentan las mujeres en su camino hacia la maternidad y se trabaje para crear un entorno de apoyo y comprensión, no solo en el consultorio; sino también en el ámbito familiar y laboral de cada una de las pacientes. 

Es esencial brindar a las personas con EM el apoyo y la información necesaria para que puedan tomar decisiones informadas acerca de la maternidad, sin juicios ni estigmatización. Además, es crucial seguir investigando y avanzando en el tratamiento y manejo de la EM para que las mujeres afectadas puedan tener una mejor calidad de vida y más opciones en su búsqueda de la maternidad. La maternidad es una elección personal y única para cada mujer, y todas deberíamos poder tener la oportunidad de tomar esa decisión en un ambiente respetuoso y solidario.

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